En cada latido, respiro compartido, en cada risa...
Se trata de ver eso, y nada más, porque no se necesita nada más! Darse cuenta de lo absurdo de no querer mirar al mundo, de no querer mirar adentro...Pero esa oscuridad absurda abrió la puerta a una penumbra deliciosa, llena de sensaciones, donde espléndidas luciérnagas danzan al ritmo de latidos como tambores en cadencia tranquilamente desenfrenada...