Y así fue como en medio de la vida de la casa, por no tener internet en la compu de abajo que queda cerca del lugar de abajo donde se puede fumar, escribí esto, como en un escupitajo. Se oían las voces de quienes conversaban, si acaso el llanto de un bebé que despertaba y los maúllidos de los gatos que siempre quieren entrar o salir, y yo me absorbí y escribí esto:
"Dejar que la calma, oculta en algún recóndito lugar del espíritu, se haga cargo del cuerpo, la mente y la emoción para que el cruel rompecabezas del ser se resuelva poco a poco. Hasta que inevitablemente la impetuosa emoción del vivir, en un solo temblor, estremezca la percepción y vuelva a mezclar las piezas.
El estruendoso grito del placer de un instante intenso.
El suspiro de admiración ante la belleza, encontrada sutilmente donde quiera ser vista por una percepción velada por los matices del ser.
Buscar en los latidos un ritmo violento pero regular, que encaje, monótono, aquellas piezas en un solo instante.
Ser ciego, tonto, torpe, distraído para escuchar los signos de una realidad más abstracta, más allá, mas anclada en la simpleza de solamente ser.
A cada momento hay que tomar la decisión de dejarse ir al impulso natural, espontáneo e incierto o orientarse para llegar a algún lugar, hacer que la línea tenga dirección o buscar el vivir difuso."
Antes de salir para acá, mi lugar de trabajo lo releí, y me pareció que iba con el anterior post que escribí ayer por la tarde, entonces me lo mandé por mail, ahora que ya tenemos internet y he aquí.